En México la historia de la marihuana inicia desde la llegada de los españoles a México con miras a conquistar el territorio, ellos transportaron la planta con fines de producción de cáñamo en busca de nuevas tierras de cultivo y lugares donde procesar y fabricar textiles. Nuestros antepasados Mexicanos hallaron el uso medicinal de esta nueva planta, pero fue hasta entrado el siglo XVII cuando el consumo por placer o recreativo empezó incluso en la Revolución Mexicana los batallones preparados a la batalla siempre tenían un pequeño cargamento para el uso de sus soldados ya que les infundía valor, hasta la famosa canción mexicana La Cucaracha menciona a la marihuana en sus coplas.
La Cucaracha La cucaracha
Ya no puede caminar
Porque le falta porque le falta
Marihuana que fumar
Ya pisando los años de la década de 1920 cuando toma el poder el nuevo gobierno revolucionario. Prohíbe el comercio y producción de la marihuana en México, Dando inicio al enorme negocio del narcotráfico, quien no recuerda aquellas declaraciones de uno de los capos más fuerte en su tiempo Rafael Caro Quintero que citaba que si lo dejaban trabajar en paz y sin que lo persiguieran el mismo podía pagar la Deuda externa de México en un solo día.
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¿Por qué se prohíbe el cultivo de esta planta si esta comprobado que puede aportar múltiples beneficios desde un plano medicinal, hasta la manufactura de productos imprescindibles como el papel, la ropa, o incluso proveer de elementos necesarios para la construcción y la gastronomía?
A continuación repasemos algunos datos históricos que ponen en evidencia el valor que otorgaban las sociedades a esta planta previo a su prohibición. La mayoría de estos datos, que corresponden a Estados Unidos ya que este país fue el principal promotor de su prohibición a nivel mundial, pueden verificarse a través de fuentes de conocimiento tradicionalmente legitimadas como la Enciclopedia Británica, la cual por cierto durante 150 años fue impresa en papel de cáñamo:
A continuación repasemos algunos datos históricos que ponen en evidencia el valor que otorgaban las sociedades a esta planta previo a su prohibición. La mayoría de estos datos, que corresponden a Estados Unidos ya que este país fue el principal promotor de su prohibición a nivel mundial, pueden verificarse a través de fuentes de conocimiento tradicionalmente legitimadas como la Enciclopedia Británica, la cual por cierto durante 150 años fue impresa en papel de cáñamo:
La criminalización de la marihuana en Estados Unidos tuvo sus primeros antecedentes en 1906, en el Distrito de Columbia, con la primer regulación en torno al cultivo de esta planta. Posteriormente siguieron Massachusetts (1911), Nueva York (1914) y Maine (1914). Mientras que en 1913 California pasó la primera ley de prohibición de marihuana y Wyoming (1915), Texas (1919), Iowa (1923), Nevada (1923), Oregon (1923), Washington (1923), Arkansas (1923), y Nebraska (1927) le siguieron. Ya en 1932 se creó el Uniform State Narcotic Act para invitar a los gobiernos estatales a que se unieran, sin excepción, a esta campaña nacional por criminalizar o al menos regular el uso de marihuana.
Cuatro años después, en 1936, durante la Convention for the Suppression of the Illicit Traffic in Dangerous Drugs llevada a cabo en Ginebra, Estados Unidos promovió ante el resto del mundo, a través de su Federal Bureau of Narcotics, un tratado de criminalización de cualquier actividad relacionada a la marihuana, la coca, y el opio (incluidas su cultivo, producción, manufacturación, y distribución) con excepción de contextos médicos y científicos. El Artículo 2 de esta convención invitaba a todos los firmantes a castigar severamente, en particular con penas que implicaran la privación de la libertad, a toda aquella persona que se involucrara con estas actividades neo ilícitas. Sin embargo, muchos países presentes se negaron a suscribir ciertos apartados del tratado y estados Unidos, principal promotor de la convención, se negó a firmar alegando la flaqueza del resto de las naciones sobretodo en asuntos relacionados a la extradición y la confiscación de bienes ligados al tráfico de drogas.
Al analizar la historia se puede percibir como un gesto bastante raro, incluso esquizofrénico, la transformación de posición estadounidense frente a la marihuana. Súbitamente Estados Unidos pasó de vivir un romance idílico con la cannabis, a promover enérgicamente su prohibición, castigo, y cuasi satanización. Sin duda existe un eslabón perdido que no aparece en la historia oficial y que tiene que ver con la presión de las corporaciones (esas abstractas y todopoderosas entidades que hoy controlan buena parte del planeta y que ya a principios del siglo XX comenzaban a consolidarse como una fuerza aún más influyente que el propio gobierno).
Corporaciones VS Cannabis
Como podemos ver la cannabis es una planta flexible, multifacética, y con diversas cualidades. A partir de ella se pueden generar desde combustibles y aceites comestibles, hasta ropa y todo tipo de telas, pasando por cuerdas y, por supuesto, papel. Sin embargo, precisamente estas bondades de la planta eran las que más incomodaban a las corporaciones que estaban monetizando frenéticamente mercados como el del abastecimiento de papel industrial, el algodón, y los hidrocarburos. Al parecer, en un principio fueron principalmente dos corporaciones las que se volcaron por completo para promover la prohibición de esta planta: DuPont y la Hearst Company (propiedad de William Randolph Hearst en quien se inspiró el film de Citizen Kane).
El banquero Andrew Mellon, quien se convirtió en el tesorero del gobierno del presidente Hoover, era uno de los principales inversionistas de DuPont, actualmente una de las mayores corporaciones del mundo y que en la época de 1920 a 1940 estaba consolidándose en el negocio de los petroquímicos y de los polímeros. Para ambas ramas de mercado el cannabis resultaba una seria amenaza pues de esta planta podían derivarse tanto fibras naturales que redujeran el consumo de nylon, uno de los productos clave de DuPont en esos años, como de combustible vegetal que amenazaba su apuesta por los hidrocarburos. En este sentido DuPont tenía claro que una de las premisas de su estrategia de mercado tenía que anular la presencia del cáñamo. Siendo Secretario del Tesoro Mellon influyó para que su sobrino Harry J. Anslinger fuese nombrado en 1930 como el primer comisionado Federal Bureau of Narcotics. Y a pesar de que el cabildeo en contra de la cannabis ya llevaba poco más de dos décadas lo cierto es que no fue hasta que Anslinger llegó al FBN cuando la verdadera guerra comenzó.
Por otro lado, la otra industria que se sentía gravemente amenazada por la presencia del cáñamo era la papelera. La Hearst Company controlaba buena parte de la producción de papel e incluso era el principal proveedor del área de productos de papel de la hoy multinacional Kimberly Clark. Hearst, un despiadado hombre de negocios no tardó en darse cuenta, al igual que DuPont, de la necesidad de eliminar al cáñamo del mercado y junto con otros empresarios presionaron al gobierno, a través del FBN para que se criminalizara por completo el cultivo de esta planta. Incluso Hearst, el legendario magnate de los medios impresos, puso a disposición su ejército de diarios para promover una campaña cultural en contra de la cannabis y como parte de esta iniciativa se adoptó por primera vez el nombre de marihuana, una palabra con fonética recordable, breve, y precisa para designar a esta ahora diabólica planta (por cierto un término que hasta entonces era solamente utilizado en el argot popular de México).
Otro actor que desempeñó un papel fundamental en este proceso fue la ya entonces consolidada industria del tabaco. En esa época la cultura americana ya había adoptado integralmente el consumo cotidiano de cigarrillos. Sin embargo, las grandes tabacaleras habían comprobado que el consumo de tabaco entre la población que fumaba cannabis era menor que en aquellos que solo consumían su producto. Por otro lado los fumadores de esta planta jamás de someterían a un mercado industrial ya que era relativamente fácil cultivarla caseramente y autoabastecer su consumo personal sin recurrir a una marca industrial. Por el contrario, la siembra de tacabo era mucho más compleja y requería de una extensión de tierra suficiente para cultivarse y no solo de un par de macetas. Tomando en cuenta esto, y ante el poco futuro comercial que se percibía en el rubro del cannabis, las grandes tabacaleras no dudaron en apoyar la cruzada en contra de la marihuana.
Finalmente no podemos dejar de mencionar a la siempre oscura industria farmacéutica, conocida como el Big Pharma, y que consciente de las propiedades medicinales que la marihuana ofrecía a la población también la percibió como una amenaza contra sus intereses comerciales. Se tienen confirmados múltiples beneficios médicos que contiene la cannabis, entre ellos el combate al glaucoma, el ayudar a la prevención de Alzheimer, y reducir el dolor del síndrome pre menstrual entre las mujeres, por mencionar solo algunos. Contra todos estos males el Big Pharma ha desarrollado medicamentos sintéticos que en muchos casos han probado ser menos efectivos, o al menos mucho más costosos que tratarlos con marihuana. De hecho esta misma postura de las farmacéuticas alude a un fenómeno actual con la campaña que busca volver ilegal el uso de plantas medicinales en Europa como sustituto de medicamentos.
Aunque no ha sido comprobado, se dice que Anslinger se reunión con algunos de los más poderosos empresarios del momento, entre ellos obviamente representantes de las tabacaleras, DuPont y el propio W.R. Hearst, para pactar una guerra frontal contra la marihuana y diseñar una campaña mediática que imprimiera el imaginario colectivo con una nueva idea: la marihuana es una planta nociva para la salud y para la sociedad, y su consumo, cultivo y distribución debe ser tenazmente descalificado, denunciado, y perseguido.
A continuación se instauró una de las mayores cruzadas de manipulación mediática en la historia. Decenas de diarios se empeñaron en desatacar los “horrores” de la marihuana y la población aprendió que esta planta era responsable directo de todo tipo de sucesos negativos, desde asesinatos y accidentes Automovilísticos, hasta la pérdida de moral. El cine mainstream también se unió a la campaña con Films como ‘Reefer Madness’ (1936), ‘Marihuana: Assassin of Youth’ (1935) and ‘Marihuana: The Devil’s Weed’ (1936), todas ellas promoviendo la satanización de la marihuana y, aunque lo hacían de una manera que hoy nos parece cómica o altamente caricaturesca, lo cierto es que fue una movida bastante eficiente para generar una percepción profundamente negativa entre la población. Básicamente el discurso giraba en torno a conceptos bastante rudimentarios pero que para la sociedad de ese momento fueron más que suficientes: “un narcótico violento”, “efectos multi-destructivos”, “un enemigo público”, etc…
Nuestros días
Poco tiempo tomó que la movilización mediática en Estados Unidos en contra de la cannabis comenzara a impactar a la población de otros países. Y esto, sumado a la dominante influencia política de EUA en el escenario internacional, derivó en que eventualmente la gran mayoría de los países fueron adoptando medidas y discursos similares. Con el tiempo la legislación anti-marihuana fue sofisticándose y endureciéndose, hasta nuestros días. Actualmente, si bien es ya prácticamente imposible convencer a una persona con los primitivos argumentos sobre los que originalmente se fundó la campaña de desprestigio contra la ganja, lo cierto es que el marco legal ha sido afinado para obstaculizar la posibilidad de legalizarla y también la propaganda ha sido “refinada” pero en ningún momento ha cesado (basta recordar las pasadas votaciones en California donde incluso en contra de todos los pronósticos no se logró legalizar).
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